En mis años jóvenes, consumía buena música de la época.
Grandes Grupos llamaban mi
atención por aquel entonces, grupos que aún hoy día siguen
alegrándome los tímpanos
con sus temas.
Por encima de todos ellos sentía una gran admiración por
un guitarrista fuera de lo
normal y que para mí era maravilloso, Jimi Hendrix.
Yo sabía que Hendrix no tenía estudios clásicos musicales
serios sobre teoría musical,
pero pretendía y lo conseguía, sacarle a su guitarra sonidos
que parecían guturales más
allá de los que estaban acostumbrados a sacar los demás.
Jimi, fue un gran innovador de las técnicas auditivas,
logrando riffs cargados de fuerza y
poder.
Tenía una habilidad única para conseguir que su guitarra
sonase como una garganta
humana o imitando sonidos de otros artilugios como bien pudo
demostrar en el
maravilloso concierto de WOODSTOCK en el momento de
interpretar su versión del
himno Americano.
La infancia de Jimi Hendrix y su juventud algo tormentosa le
llevó a ser un espíritu
precoz con la música al igual que los grandes genios
clásicos. Su inquietud le llevó a
investigar y a no estar nunca conforme con sus logros,
motivo éste causante de su
incansable necesidad de investigar para conseguir nuevos
logros con su inseparable
guitarra.
Lo dicho anteriormente, fue motivo de mi admiración musical
en los años de mi
juventud y aún hoy día cuando oigo “Band of Gypsys”, “Axis”,
“Hey Joe”, “Estone
Free”, Johnny B. Goode” y tantas otras, los pies quieren
moverse al ritmo que lo hacían
cuando frecuentaba las salas musicales que existían en
Barcelona, donde podía escuchar
al gran Jimi Hendrix tomando un tentempié nocturno.
Para mí, como Jimi
Hendrix no hubo ni abra nunca un guitarrista mejor.
Con colaboración de Luis
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